Aprovechando un
viernes festivo a finales de febrero, y al igual que hicimos con Bilbao, decidimos
hacer una escapada a San Sebastián. Pernoctamos de nuevo en Burgos en el
aparcamiento de la Plaza de Santa Teresa (N 42º 20' 26'' / W 3º 41' 38'') y una vez más aprovechamos para disfrutar de la
compañía de nuestro amigo Quique y de un buen partido de tenis.
A la mañana
siguiente partimos temprano rumbo a Pasajes de San Juan. Siguiendo las indicaciones que nos dieron en el foro de Acpasión,
dejamos la autocaravana en Pasajes de San Pedro donde tomamos una motora que
nos paso al otro lado.
Desde la otra orilla sus casitas de colores ya nos atraen, pero una vez en Pasajes de San Juan nos sumergidos en sus calles y callejuelas, que destilan un encanto y sabor muy especial.
Desde la otra orilla sus casitas de colores ya nos atraen, pero una vez en Pasajes de San Juan nos sumergidos en sus calles y callejuelas, que destilan un encanto y sabor muy especial.
De regreso contemplamos la mar embravecida en la bocana del puerto donde las enormes olas golpeaban furiosamente contra el faro. Una fuerte ráfaga de aire arranco a Angel sus gafas, que volaron como un papel por el suelo.
Pusimos rumbo al área de autocaravanas de San Sebastían que encontramos sin mayor dificultad en un lugar agradable y tranquilo, ( N 43º 18' 28'' / W 2º -0' 51'') aunque tuvimos cierta dificultad en que alguien nos diera una buena información sobre qué transporte público tomar para llegar al centro.
Paseamos por su casco antiguo y en las calles más
cercanas al mar observamos como se preparaban para recibir la pleamar por un
fuerte temporal.
Intentamos acercarnos al Kursal pero las calles aledañas y el acceso estaban cerrados por el temporal por lo que tuvimos que conformarnos con verlo desde lejos.
Ascendimos al Monte Urgull desde donde contemplamos
toda la fuerza del temporal que saltaba las barreras inundando la carretera.
Descendimos contemplando la belleza de su bahía, la de la Concha cerrada por la Isla de Santa Clara. La
oscuridad del día y el amenazante temporal no restaron belleza a la imagen que
no nos cansábamos de contemplar.
Desde ahí decidimos
dirigirnos al Monte Igeldo para tomar
el funicular que nos ascendiera y poder contemplar lo que dicen que son las
mejores vistas de la ciudad, pero cuando conseguimos llegar, después de casi 40
minutos de esperar al autobús, estaba cerrado, y la oscuridad se cernía por lo
que resignados consultamos nuestro mapa para iniciar el regreso al área.
Al día siguiente,
lluvioso, pusimos rumbo a Orio donde
paseamos por sus calles. Pero fue en su iglesia, de la mano de su sacristán,
donde descubrimos su tesoro: un órgano por el que sentía adoración y que nos
mostró con un cariño y entusiasmo casi infantil. Y a nosotros nos encantó. Sería
la experiencia mágica y humana del viaje de la que tenemos un hermoso recuerdo.
Desde aquí pusimos
rumbo a Zarauz, paseamos por su
paseo marítimo comprobando también los destrozos que el reciente temporal había
causado, terminándolo frente al restaurante de Karlos Arguiñano.
Y de Zarauz a Getaria, bonita localidad, donde nos costó mucho encontrar un aparcamiento para
nuestra autocaravana, teniendo que salir y dejarla en un aparcamiento a las
afueras.
De aquí pusimos
rumbo a lo que sería nuestro último destino: Zumaia y su famoso "flysch" Dejamos la autocaravana abajo y ascendimos hasta una ermita de San Telmo desde donde se tiene una
impresionante vista de la playa y este fenómeno geológico
Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Enero de 2015